DANZA DE LA LUNA
“Un camino hacia la Mujer Sagrada“
Mientras vivía en París en 2011, participé activamente en círculos de mujeres cada luna llena.
Escuchaba hablar sobre energías y del despertar de la propia Diosa, o de rituales antiguos y la ancestralidad, o de la Feminidad Sagrada y del poder de las mujeres. Escuché y aprendí de otras mujeres de este círculo. Cada una de ellas se convirtió en un espejo, un reflejo de mí misma, me reconocí en ellas a través de sus historias personales. Viví la hermandad sin límites ni barreras.
Escuché los cantos sagrados del tambor chamánico, los cantaba, los vibraba al ritmo de los latidos del corazón. La magia ocurría en estos círculos. Lo invisible se unió a lo visible y mi corazón se expandió, se abrió al camino del Femenino Sagrado. Comencé a seguir la enseñanza tradicional en 2013 de la “danza de la luna Xochimeztli” en México.
Es un rito de iniciación que dura nueve años. Una tradición oral que comparten “las portadoras del conocimiento y de la medicina ancestral”. Existen referencias de esta danza en los “Códices Borgia”, los antiguos escritos. Durante toda la danza se honra a la Luna y al Fuego Sagrado, al “Gran Espíritu”, “Wakan Tanka” y al “Ometéotl” lo Sagrado Femenino y Masculino.
Se danza de forma circular, creando unos movimientos específicos para hacer circular las energías durante cuatro noches bajo la luna llena, en ayuno. Se reza a las siete direcciones y los elementos que nos constituyen, agua, fuego, tierra, aire; es un baile universal.
Durante la danza, recibí un nombre de la tradición náhuatl “Mázatl tlatoa”.
Cada año de danza es una nueva responsabilidad en mi camino de mujer sagrada. El
involucrarse en los primeros cuatro años de la danza otorga el derecho de ser guardianes de la pipa sagrada de obsidiana: la “chanupa”. Rezar con ella y el tabaco se vuelve un vínculo directo con el mundo espiritual.
Supone recibir de la abuela mayor, la lectura de su “tonal” y su “nahual”, el “tonalamatl” para recibir su nombre espiritual náhuatl durante la danza. Se nos entrega nuestro primer bastón en forma de cabeza de ciervo, el “bastón del venado”, animal muy venerado.
Involucrarse hasta el séptimo año es entrar en otro nivel de compromiso con la danza y los “temazcal”, los “baños de vapor”. Se recibe un “anillo” que representa simbólicamente el círculo de la danza y nos entregan el “doble-bastón”, que constituye la representación de la capacidad de ser la maestra de una misma, de sus propias emociones y pasiones.
Involucrarse hasta el noveno año es culminar la enseñanza de la danza y tener todas las
capacidades de abrir un propio círculo de danza de la Luna.
Se recibe la aprobación de parte de la abuela mayor del círculo para un nuevo fuego, simbolizando el nuevo comienzo. Se regala simbólicamente un “metate”, que representa la facultad de formar a otras mujeres en este camino de la mujer sagrada.